Amor

El amor es eso que hace que te rías y hagas el ridículo de vez en cuando. Es la satisfacción que te da recibir su cariño y el contacto de piel con piel.

El amor es poder contar con alguien y que de vez en cuando te haga la comida o que tenga el detalle de llevarte en coche y te proponga nuevos planes.

El amor también es empañar los cristales del coche y sentir fuego, calor y jugar a resistir la tentación.

El amor es abrirte sentimentalmente y encontrarte en un estado de embriaguez que quieres que perdure y te joda que las autoridades hayan puesto un toque de queda.

El amor es pensar si yo en la tuya o tú en la mía: “¿te quedas a dormir?”.

El amor es poder expresar todo eso de lo que te avergüenzas un poco y él o ella alivie esa incomodidad: “eh, no pasa nada, somos humanos, seres biológicos” y te sigue dando explicaciones que te acomodan.

El amor es tirarte un pedo, reír juntos por ello y luego avergonzarte de lo que acaba de ocurrir. A ver, no es agradable, pero el amor puede voltearlo y convertir la grosería en una anécdota por la que reír más adelante.

El amor es tener ápices de celos y poder comunicárselo y llegar a un acuerdo donde primen la libertad y la sinceridad a través de la comunicación.

El amor duele cuando se produce la ruptura; genera obsesión, inseguridad y desorientación; dificulta el avance y aparece un duelo, una lucha contra tus emociones que se alían con un mejor luchador que tú.

El amor duele cuando vienen a tu memoria todos esos momentos de un pasado idílico.

El tiempo hará de todo eso una etapa que te hizo crecer y fortalecerte. Una etapa que duró lo que tenía que durar y que hoy, tiempo después, cuando rememoras todo aquello ya es lejano; el dolor se convierte en agrado porque viviste uno de los sentimientos más humanos, más hermosos y más maravillosos.

Si no te ha llegado todavía, paciencia, porque llegará.

Te lo dice alguien que creyó que el amor no era para él y final e inesperadamente, le alcanzó.

Y no, no soy yo. Somos todos.