Feliz Año Nuevo

No podía faltar mi “discurso del rey”:
Menudo año, señores. Podría resumirse en que una pandemia ha paralizado el mundo. Pero en el mismo tiempo, estoy seguro de que ocurrieron muchas otras cosas.

Para mí no ha sido un mal año. He empezado a transitar profesionalmente en el mundo de la interpretación y estoy aprendiendo a sentir y a racionalizar menos.

Llegó el verano, empecé otra aventura teatral y un curso de oratoria y también me enamoré, pese a que no había ningún tipo de posibilidad. Me distancié y ahora hablamos de vez en cuando y eh, ya no le idealizo. Él sigue con su vida y yo sigo descubriéndome y cometiendo cada vez más errores. Seguimos siendo amigos, aunque es evidente que nuestra relación ya no tiene nada que ver con lo que era antes.

Este año comprendí que yo conmigo y que la gente pasa, se desinteresa y no demuestra su entusiasmo tanto como yo. Me enrabieté y luego lo entendí. Ahora intento pasar un poco más de la gente, aunque me cuesta.

A raíz de esto, empecé a tener un poquito más de confianza en mí mismo. Aunque con la ayuda de mi psicóloga.

Después del verano, volví a ilusionarme y establecí contacto estrecho con bondadosas personas. Empecé a abrirme sentimentalmente y volví a reprimirme. ¡Cuánto me queda por exteriorizar, Dios mío!

A este nuevo año le pido ser capaz de desbloquear mis emociones, de derramar alguna lágrima y no hacer distinciones entre lo que está bien y lo que está mal. Le pido, por favor, no racionalizarlo todo tantísimo, le pido liberación, y ya puestos, un novio que me ayude a todo eso, que me enseñe a tener impulsos “besuales” y cariñosos y que me toque, que me toque bien, que me acaricie.

Por último, le pido al 2021 que me dé suerte en los proyectos en los que estoy metido y una erradicación del puto virus.

¿Qué pides tú?

 

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