Gracias, Kat, Jane y Sutton

Descubro la libertad a través de las series y películas.

Las segundas me empezaron a inspirar y a motivar más que las primeras para recrear. Vivía en la sierra de Madrid y mi saco de boxeo quedó muy desgastado de tanto usarlo.

Adoraba las pelis de acción en las que la protagonista era una mujer o Jackie Chan. Analizaba las peleas, me preguntaba dónde estarían los hilos que tiraban de los actores para volar y me aprendía las frases de todos los personajes (creo que a día de hoy todavía recuerdo las primeras líneas de “Catwoman” con Halle Berry).

Conforme fui creciendo, pasé de las luchas al lujo, a lo material. El mejor ejemplo: “Seco en Nueva York” (y “Sexo en Nueva York” también; he tenido una errata que me ha gustado dejarla). La independencia que transmitían mis queridas Miranda Hobbes, Charlotte York, Carrie Bradshaw y Samantha Jones cambiaron mi actitud. Quería ser como ellas. Bueno, no te voy a engañar, en realidad quería ser como Samantha, mi personaje favorito. Me encantaba su libertad, su trabajo como relacionista pública en el ámbito de las artes escénicas. Puede incluso que escogiera estudiar el Grado en Publicidad y Relaciones Públicas por ella. Admiraba su manera de disfrutar de la vida, su seguridad, la confianza en sí misma y su atrevimiento. El último beso que le da a su novio Smith Jerrod para despedirse, seguido de ese mítico “te quiero, pero me quiero a mí más”. Olé tú, Jones. 

Fui fan number one de las dos películas. Con el tiempo, mi obsesión fue descendiendo hasta el punto de que, tras utilizarlas como objeto de estudio para clase en la universidad, me invadió un espíritu más realista que me alejó de la ideología que mostraban las dos películas. Pisé con fuerza el suelo y entendí que mi vida no sería así jamás, ni tampoco la quería. Pero todos los adolescente tenemos derecho a dejarnos embaucar por sus historias. Hoy tengo una visión adulta bien distinta.

Hace unos meses descubrí “The bold type”, una prolongación de mi vida, muy millennial. Cuenta la historia de Kat, Jane y Sutton, tres veinteañeras que trabajan en Scarlet, una revista femenina. Kat es directora de redes sociales, Jane es redactora y Sutton es asistenta. Me gusta porque las tres se dedican al área de la comunicación y las considero casi amigas.

A diferencia de “Sexo en Nueva York”, con “The bold type”, sí me siento identificado. Me encanta el estilo que tiene cada una y sobre todo me gustan sus conversaciones sobre vaginas sin tapujos y su activismo. Está ambientada en una revista progresista y con bandera feminista.

Las he cogido mucho cariño. De nuevo, recojo su independencia, su libertad, su sinceridad y su forma de hablar sobre determinados asuntos. Entre ellos el sexo. Qué temazo.

Me gusta mucho hablar de ello y preguntar por las experiencias de los demás en ese gran desconocido para mí. Es indiscutible que hoy, el tema tabú es el amor y no el sexo como lo ha sido hasta hace pocos años. A mí me gusta hablar de ambos y me desconcierta que mis amigos digan que es menos íntimo abrirse de piernas que abrirse emocionalmente con alguien. Para mí el sexo es más íntimo, pero ahí estoy, elaborando un punto de vista recogiendo ideas de unos y otros.

Hablar de sexo es una cosa, practicarlo es bien distinto y por eso digo que todavía es territorio desconocido. Sin embargo, Kat, Jane y Sutton me ayudan a normalizar el hacer sexual, me conciencian. Ellas hablan de sus preocupaciones con gran sinceridad, pero es que a la hora de actuar no pierden un ápice de sinceridad, son coherentes con lo que dicen y con lo que hacen; sus rayadas son las mías y las tuyas también, te lo aseguro. Además me gusta la relación tan sana que hay entre ellas: sin comportamientos tóxicos y cuando se enfadan (que raramente ocurre), se comunican y lo resuelven con total tranquilidad. Esa sinceridad que muestran sus conversaciones es algo que desearía que todos tuviéramos. Dejémonos de confusiones e incoherencias. Comunícate, joder. 

En cuanto al sexo, la libertad que se refleja en esta serie es muy recomendable para todos, pero sobre todo para aquellos a los que todavía le tienen miedo o se sienten inseguros. Yo me incluyo en este grupo:

Estoy a punto de cumplir los 25 y mi regalo va a ser un regalazo: permitirme más libertad, escoger, tomar decisiones, decir “para” si me duele, atreverme, exteriorizar mis sentimientos “negativos” cara a cara en lugar de tratar de luchar con la presión estomacal, esa que se produce cuando tienes ansiedad  porque necesitas decírselo, pero no puedes y refugiarme en mi mejor amiga para soltárselo todo (que me viene estupendamente porque con ella lo suelto, lo suelto todo, pero no siempre es la persona a la que tengo que dirigirme en según qué casos; te quiero muchísimo, Ana). Tengo que ser más valiente, más claro, más estricto, quiero superar dificultades, tocarme más, explorar mi cuerpo, entregarme físicamente al otro, apartar mi cuadrícula durante el tiempo que dure el polvo.

Y te juro que las series y películas me ayudan a ello porque muestran el reflejo de mi vida, de la de todos. Hoy quiero dar las gracias a Kat, el personaje en el que más me fijo para demostrarme a mí mismo que soy válido y seguro de mí mismo.

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